Pequeñas grandes catástrofes.

Hay pequeñas cosas que por separado no deberían representar ningún problema, pero que por algún extraño motivo de interacción cósmica deciden juntarse para darle un poco más de emoción y aportarle la dosis adecuada de caos a la vida.

Comencemos por el principio, el otro día mi tarjeta gráfica decidió comenzar a hacer cosas extrañas y a dibujar líneas horizontales en la pantalla, nada demasiado grave, pero claro, teniendo en cuenta que uso un monitor Apple (recomendado desde aquí a todos los que hagáis edición de fotografía) tampoco me apetecía que una tarjeta haciendo cosas raras terminará estropeándome el monitor. De modo que en previsión de mayores problemas, me compré una tarjeta gráfica nueva, y cual es mi sorpresa cuando al instalarla, minutos antes de salir camino de una sesión fotográfica para Un Planeta Gris, la nueva tarjeta decide poco menos que inmolarse a lo bonzo con un despliegue sin par de efectos lumínicos mostrados por mi pobre e indefenso monitor. Como llegaba tarde, a la sesión y eso no está bien, especialmente si eres el fotógrafo, decido dejar mi pequeña catástrofe para la noche y salgo de casa.

La sesión y el resto del día bien, quizá solo mencionar el ataque de rebeldía y civismo de mi GPS, por alguna extraña razón que desconozco le dio por declararse en huelga y no encontrar señal de satélite alguno, con lo que no había forma de que mostrara mi posición. Lo curioso del caso es que cada vez que pasaba de 20 Km/h decidía que íbamos muy deprisa y comenzaba a emitir un molesto mensaje con esa voz tan poco agraciada de estos aparatos que decía: “Está usted excediendo el límite de velocidad” Así que hice lo único que puede hacerse en estos casos, tras escuchar esta frase unas 20 veces (incluso parado en un semáforo) lo lancé al maletero donde debe estar ahora, quizá diciendo que “Está usted excediendo el límite de velocidad”

Pero no acaba aquí el día, al llegar y después de un rato de bricolaje informático logré arrancar el ordenador, eso si, con una tarjeta vieja que tenía en un cajón para casos de emergencia. La nueva ni señal de vida dio. Hoy mismo iré a devolverla a la tienda (ya os contaré que tal esta aventura). Bueno, al tema, que me disperso. Enciendo mi ordenador, paso las fotos (siempre en raw) al ordenador y al ejecutar el programa con el cual suelo editar mis raw… ¡Sorpresa! Me aparece un mensaje que muy amablemente me dice que mi versión, totalmente legal y con su key correspondiente, ha caducado ( o_O’ ) y que no se puede ejecutar, o más exactamente, si, pero que no puedo guardar los cambios. El programa en cuestión es el Capture One, el cual comencé a utilizar después de que en una promoción de tarjetas de memoria para la cámara consiguiese un key para el susodicho programa. El cabreo como podréis imaginar fue suavecito y lo padecieron hasta la quinta generación de antepasados de los directivos de la compañía creadora del programa. Así las cosas decir 2 cosas. La primera, crear programas que caducan y aún usando licencias legales dejes de poder utilizarlos, me parece cuanto menos carente de toda ética, por no decir ilegal. Imaginaos que un día cogéis de vuestra estantería un libro y que este, aparece con todas sus páginas en blanco, ya que la editorial solo te concede 3 años para leértelo, y si te apetece releerlo pasado ese tiempo has de volver a pagarlo. La segunda cosa que me gustaría comentar es que si bien no puedo usar ese programa, hay muchos peces en el mar así que próximamente un especial de programas de edición RAW en este blog.

lunes, 6 de octubre de 2008